martes, 18 de noviembre de 2008

ERROR Y PARADOJA DE LA CONTABILIDAD MENTAL

Error de la Contabilidad Mental

Los economistas conductuales que estudian estas cosas (entrada anterior) están principalmente interesados en intentar predecir y explicar este comportamiento, así que no necesariamente etiquetan a la contabilidad mental como algo negativo. Puede de hecho haber en algunos casos aspectos positivos de la contabilidad mental. Sin embargo, cuando una decisión contable mental en particular tiene un impacto negativo en nuestro patrimonio actual o futuro sin responder a motivos racionales, se refieren a esto como un Error de la Contabilidad Mental.
Un clásico ejemplo de error en la contabilidad mental se da cuando una persona mantiene una deuda importante con su tarjeta de crédito (con intereses superiores al 20%), mientras también mantiene un monto aun más grande que el adeudado en su cuenta bancaria (con intereses menores al 1%) que podrían ser utilizados para eliminar la deuda. Para algunos individuos, aun si estuvieran enterados del dinero que se podrían ahorrar, pueden elegir no hacerlo porque el dinero en su cuenta lo ven como "ahorros" o "fondos para emergencias" que no deben ser tocados. Para otros, un monto importante en un banco puede hacerlos sentir más "ricos", mientras que una reducción en la cuenta los haría pobres.

Paradojas de la Contabilidad Mental
Siguiendo con lo anterior, tenemos que el dinero es intercambiable mentalmente en sus diversas formas y expresiones, pero las idiosincrasias internas de la contabilidad mental de cada persona hace que a veces nos comportemos de formas incoherentes. Llevamos una cierta contabilidad compartimentada según muy diversos criterios, incluyendo "para qué se usa" y "de dónde provino". Y aunque el dinero se puede transferir de unas áreas a otras, internamente tenemos tendencia a negarnos a hacerlo, aunque sea de forma inconsciente.
Uno de los ejemplos clásicos para ilustrar las paradojas de la contabilidad mental es el siguiente:
Una persona va al cine a ver una película y al llegar se da cuenta que perdió las entradas que había comprado por adelantado (con un supuesto costo de $2.000), pensará en la pérdida y decidirá si comprar otras o no. Si en cambio la misma persona va a cine y al llegar se da cuenta que perdió un billete de $2.000 de su billetera, pensará en la pérdida, pero es bastante más probable que se decida a comprar las entradas de la película que iba a ver.
En cualquiera de los dos casos se perdieron $2.000, las dos situaciones son económicamente iguales. Sin embargo, la primera parece mucho peor que la segunda. Cuando se le pregunta a un grupo de personas que haría en cada caso, la mayor parte estará de acuerdo en que perder las entradas es peor y serán mas reacios a comprarlas nuevamente, sólo el 46% lo haría, frente al 88% que compraría las entradas sin dudarlo si lo que hubiesen perdido fuera el billete de $2.000. Dividir el dinero en diferentes compartimientos hace que la “cuenta” dedicada al entretenimiento reflejaría $4.000 en el caso de perder la entrada; sin embargo, en el caso de haber perdido el dinero, la “cuenta” del entretenimiento permanecería en $2.000. Tendríamos la sensación de haber gastado menos dinero en ir al cine, aunque la salida efectivamente nos hubiera costado $4.000 en ambos casos.
La correcta comprensión del término contabilidad mental e identificar aquellos casos en donde involuntariamente la aplicamos puede ayudarnos con nuestros gastos, presupuestos y decisiones de inversión.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Ejemplos de Contabilidad Mental

A continuación daré a conocer una serie de ejemplos, entre los que encontramos algunos comunes de la vida diaria. Una persona que se dirige a comprar un cubrecama. Donde el precio depende de su tamaño. Tomaremos tres precios distintos tomando en cuenta la variable anterior. El más pequeño cuesta $10.000, el tamaño medio $11.000 mientras que el de mayor dimensión tiene un valor de $12.000. Ahora, tenemos que los tres tamaños fueron sometidos a descuentos, quedando todos en $9.000. El comprador adquirió el cubrecama de mayor tamaño, aunque este tiene pensado darle uso sobre una cama de menor tamaño. Esta persona tenía una idea mental sobre cuánto debería costar el bien. Con la compra de un cubrecama de gran tamaño, ahorró $3.000, que equivalen al descuento, mientras que al comprar la de menor tamaño, que era la que el comprador necesitaba, dejó de ahorrar $1.000. La contabilidad mental explica por qué muchas personas con impaciencia consiguen tratos, sobre artículos que ellos no necesitan. Cuando algo se vende por debajo del precio mental que se le ha asignado, el trato tiene prioridad sobre la utilidad real del artículo.

Cierta persona desea comprar una corbata y un traje por $2.000 y $60.000 respectivamente. Al llegar a la tienda el vendedor le comunica que en el almacén situado a 20 minutos de la tienda donde este se encuentra, han rebajado los precios de ambos productos dejándolos en $1.500 y $55.500 respectivamente. Ante esta circunstancia la mayoría de las personas preferirá recorrer la distancia para beneficiarse de la rebaja de la corbata pero no hará lo mismo por el traje, a pesar de que la rebaja en ambos casos es la misma, en este caso nuestra contabilidad mental se basa en percepciones relativas y no absolutas.
El ejemplo de la corbata y el traje nos permite concluir que la utilidad que proporciona el ahorro está asociada a las diferencias en el valor y no en el valor de la diferencia.

Esto nos ayuda a elaborar un modelo de cómo el individuo procesa las combinaciones de eventos para maximizar su utilidad. Necesitamos saber si para dos eventos, X e Y, su función de utilidad conjunta F(X+Y) es mayor a la suma de las funciones individuales F(X) + F(Y), y la función de utilidad que hemos mencionado antes tendría las siguientes características:

1.- Separación de las ganancias.
2.- Agrupación de las pérdidas.
3.- Agrupación de pequeñas pérdidas con ganancias más grandes (para superar la aversión al riesgo).
Separar pequeñas ganancias de las pérdidas mayores (la utilidad de una pequeña ganancia supera a la utilidad de reducir en una cantidad pequeña una gran pérdida).
Un ejemplo de la primera regla lo encontramos en la posibilidad de ganar una lotería con un premio de $75.000 contra la de ganar dos loterías de $50.000 y $25.000 respectivamente. Según los trabajos realizados por Richard H. Thaler el 64% de la población encuestada prefiere la segunda opción.
Los ejemplos para el resto de reglas son igual de intuitivos que el mencionado. Respecto al segundo apartado, preferiremos pagar una compra de $5.000 con una tarjeta de crédito en la que agruparemos todas las compras del mes y se incluirán dentro de la factura total de supongamos $7.900 que pagar los $5.000 en efectivo en el momento de la compra.

Adaptado de: